
José A. C., narcotraficante grancanario, cuya mujer e hijo han sido secuestrados, tras por KO un combate de artes marciales mixtas hace unos años en Las Palmas de Gran Canaria.
Diez millones en 'criptos': la exigencia al 'Rey de la coca' de Canarias antes de que su mujer y su hijo fueran secuestrados
Un clan rival le exigió el precio correspondiente a una parte de un cargamento de cocaína sustraído en el Puerto de Las Palmas que José A. C. no quiso pagar.
Más información: Secuestran a la mujer y al hijo del 'Rey de la cocaína' de Canarias tras el robo de 600 kg entre dos bandas de narcos.
Primero fue la advertencia. Luego, el ultimátum. Y finalmente, el secuestro. Antes de que un grupo de sicarios extranjeros irrumpiera en la villa de José A.C., alias 'el del Buque', su teléfono sonó con una exigencia clara: 10 millones de euros en criptomonedas o las consecuencias serían devastadoras. El mensaje no dejaba margen para interpretaciones. No era solo un ajuste de cuentas por los 600 kilos de cocaína robados a un clan rival, era una guerra abierta donde el precio del conflicto se pagaría caro.
Fuentes de la Policía Nacional, quienes lideran la investigación, han confirmado a EL ESPAÑOL que el grupo que ordenó el secuestro no buscaba únicamente venganza. Exigían el pago en una transacción rápida, sin rastro, imposible de rastrear, por más de media tonelada de cocaína que se les robó en una entrada de más de dos toneladas a través del Puerto de Las Palmas.
Además, las mismas fuentes han afirmado que tratan de esclarecer el papel que jugó José A.C en la llegada de ese cargamento de cocaína a Canarias y si fue él o alguien cercano quien verdaderamente encargó el 'vuelco'. En el argot criminal, recordemos, este término se refiere al robo de un cargamento de narcóticos entre bandas rivales.

En la imagen, la vivienda donde residen los secuestrados en la urbanización de lujo El Salobre, en el sur de la isla de Gran Canaria.
Ese sería el motivo por el que en la tarde del pasado miércoles la lujosa urbanización de El Salobre, en el sur de Gran Canaria, fue testigo de la violencia meticulosa de un grupo de sicarios. Llegaron en un Audi negro, cruzaron la garita de seguridad sin levantar sospechas y se dirigieron con precisión quirúrgica hasta la residencia del 'Rey de la cocaína'. Dentro, solo estaban su esposa y su hijo de 19 años.
La escena se resolvió en minutos. Los hombres armados encañonaron a las víctimas, las redujeron sin darles oportunidad de resistirse y las obligaron a subir al vehículo en el que habían llegado. A plena luz del día, sin máscaras, sin dudas. Lo que siguió fue una huida calculada por la avenida principal de la urbanización. Las cámaras de seguridad captaron cada movimiento.
Ahora, las imágenes son la clave más valiosa en manos de los agentes que intentan reconstruir la ruta exacta de los secuestradores. El coche negro utilizado en la huida sería finalmente visto en Pasito Blanco, una pequeña villa portuaria de las cercanías, pero los investigadores creen que los secuestradores junto a las víctimas cambiaron de vehículo en un punto anterior.
Operación Jaula
Desde que la desaparición de la esposa y el hijo de José A.C. fue denunciada, la Policía Nacional ha desplegado en la isla un dispositivo sin precedentes que ha llamado la atención de los residentes. Todas las salidas están bajo estricta vigilancia. Se han reforzado los controles en puertos y aeropuertos, y las patrullas en las principales carreteras buscan cualquier rastro sospechoso.
Fuentes de la investigación apuntan, en este punto, que los atacantes no eran simples narcotraficantes locales. Todo hace entender que fueron sicarios extranjeros, contratados específicamente para ejecutar el secuestro. Este modus operandi no es nuevo en el narcotráfico europeo, pero sí marca un punto de inflexión en la escalada de violencia en Canarias: un lugar históricamente utilizado como base de operaciones para el crimen organizado pero alejado de la violencia de otras ciudades europeas.
El grupo de especialistas en secuestros de la Brigada Central de Investigación de Delitos contra las Personas, desplazado a Gran Canaria, trabaja con la hipótesis de que tanto los autores como los secuestrados hayan salido de la isla. Al momento del cierre de este artículo no ha trascendido por parte de los investigadores si se ha pedido un rescate a los familiares o no, un término posible. El delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, ha hecho un llamamiento a la prudencia a la hora de informar sobre el secuestro porque "hay vidas humanas en juego".

Imperio en jaque
José A.C. ha sido uno de los indiscutibles líderes del tráfico de cocaína en Canarias desde la caída de Juan Carlos C.H., alias 'el capo Campuzano'. Su red de distribución le ha permitido mantenerse en la cima durante años de una manera sigilosa. Criado en Schamann, uno de los barrios más humildes de la capital de Gran Canaria, habría establecido grandes negocios con empresarios del mundo de la noche isleña.
La investigación en torno al secuestro, que tanto el cuerpo policial como también fuentes del Gobierno tratan de llevar con máximo secretismo, ha revelado un patrón que preocupa a los especialistas en narcotráfico: el uso de criptomonedas para financiar operaciones y solventar disputas entre clanes. El clan afectado por el robo de los 600 kilos de cocaína no quería euros ni billetes en efectivo.
Quería que José A.C. pagara su deuda en monedas digitales, asegurándose así de que el dinero pudiera ser movido sin interferencias bancarias, sin registros de origen ni destino, algo que ya ha sucedido previamente en España durante otros secuestros similares. La negativa del grancanario —dueño de varios gimnasios y reconocido luchador de artes marciales— a pagar de esta forma ha llevado el conflicto a un nivel inédito en Canarias.

Otro ángulo de la vivienda familiar en el que un grupo de sicarios actuó "en cuestión de minutos" llevándose con ellos a la mujer y al hijo de José A. C.
Lo cierto es que el archipiélago ha sido históricamente un punto estratégico en el tráfico de estupefacientes. Su ubicación geográfica, a medio camino entre América Latina, África y Europa, la convierte en un enclave ideal para las redes de narcotráfico. Los cargamentos de cocaína llegan en barcos pesqueros, contenedores comerciales o incluso embarcaciones recreativas.
Con la caída de grandes capos, las estructuras criminales han evolucionado, adaptándose a nuevas formas de blanqueo de dinero y financiación, que pasan desapercibidas en una región dedicada principalmente al sector turístico y la hostelería.
En cualquier caso, Gran Canaria ya no es solo un punto de tránsito: es un escenario de guerra entre líderes del narcotráfico que buscan imponer su dominio. Y mientras las autoridades refuerzan sus operativos, el miedo y la incertidumbre crecen entre quienes saben que, en el narcotráfico, cada ataque trae consigo una respuesta.