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A un nuevo annus horribilis marcado por los cánceres del rey Carlos y de Kate Middleton solo le faltaba la puntilla de un nuevo escándalo del príncipe Andrés. La oveja negra de la familia real ha vuelto a copar las portadas de los medios británicos a sus 64 años, esta vez por su papel en el caso del supuesto espía chino Yang Tengbo.
El nuevo batacazo del duque de York se ha traducido en un correctivo instantáneo, aplacado por la mediación de su ex mujer Sarah Ferguson, su vaso comunicante con Carlos III. Sarah convenció a Andrés de que lo más prudente era una "honorable retirada" de la luz pública tras la barahúnda del espía. De modo que los duques de York serán los grandes ausentes en las celebraciones navideñas de la familia real en Sandringham. Tampoco estarán sus hijas Beatriz y Eugenia que han preferido reservar mesa con sus suegros.
"La nueva humillación significa que Andrés puede no volver a aparecer nunca en público con los royals", vaticina la cronista real de The Daily Mail Rebecca English. El siguiente paso puede ser su desalojo de la mansión del Royal Lodge en Windsor, donde vive con su ex mujer. El escándalo puede precipitar también los planes de Andrés para un posible exilio en Emiratos Arabes Unidos comparable al del Rey Juan Carlos.
El escándalo del supuesto espía ha hundido aún más la reputación de Andrés, que durante un década (2001-2011) ejerció como "enviado especial de comercio extranjero" del Gobierno británico, dejando detrás una estela de conjeturas por sus contactos con regímenes autocráticos como Azerbaiyán o Kazajistán. Su relación con Yang Tengbo se remonta a hace algo más de una década, cuando el empresario chino, que llegó al Reino Unido en 2002, despuntaba ya por su habilidad por tender puentes entre Londres y Pekín a través de una de sus primeras compañías.
En 2015, Yang se dejó fotografiar con David Cameron y después del Brexit reapareció junto a Theresa May. Entre uno y otro cultivó el acceso directo al príncipe Andrés y se convirtió incluso en brazo derecho en China de su iniciativa Pitch@Palace. Fue invitado de excepción a la fiesta del 60 cumpleaños del duque de York y estuvo dos veces en Buckingham y una en el castillo de Windsor.
En 2021, en uno de sus constantes viajes de ida y vuelta desde China, las autoridades británicas impidieron a Yang Tengbo la entrada en el país. Los servicios de seguridad investigaban sus pasos ante la sospecha de que trabaja para el Departamento de Trabajo del Frente Unido, una de las ramas de propaganda e "influencia social, comercial o académica" del Partido Comunista. En los archivos encontrados en su ordenador y en su móvil se mencionaba al príncipe Andrés como "una persona desesperada capaz de agarrarse a cualquier cosa".
Tengbo ha negado ser un espía y la embajada china en Londres ha condenado lo ocurrido como una argucia política para enturbiar las relaciones sino-británicas. El príncipe Andrés reaccionó asegurando que había roto el contacto con el empresario y que en ningún caso había compartido con él "material sensible".
Pero el golpe definitivo a su reputación ya estaba servido, a tiempo para las fechas más señaladas en el calendario real. "Tras la coronación de Carlos se había producido un cierto acercamiento, pero su exclusión de las celebraciones navideñas en Sandringham es un signo claro de que la relación entre ambos ha vuelto a agriarse", advierte Craig Prescott, autor de Monarquía moderna.
EPSTEIN
Perseguido durante años por el espectro de Jeffrey Epstein, el príncipe quiso pasar página con una entrevista en la BBC en noviembre de 2019, cuatro meses después del fallecimiento en la cárcel del pederasta. La entrevista con Emily Maitlis fue descrita como "el mayor fiasco de relaciones públicas de la casa real desde la reacción a la muerte de Diana". Andrés dijo "no recordar" ningún encuentro con su acusadora Virginia Giuffre y negó haberse hecho la famosa foto con ella en casa de Ghislaine Maxwell.
Cuatro meses después de la desastrosa entrevista Andrés fue relegado "indefinidamente" de todas sus funciones públicas con la familia real. El caso fue aún más allá con la demanda interpuesta por Giuffre por abusos sexuales en tres ocasiones cuando era menor de edad. Andrés eludió en última instancia a los tribunales gracias a un acuerdo extrajudicial con el pago estimado de más de 14 millones de euros. Evitó el desastre que hubiera supuesto un juicio, pero quedó prácticamente desnudo ante la opinión pública.
En 2022 perdió sus títulos militares y resistió a duras penas las peticiones para que le fuera retirado el título de duque de York. Conservó también el de miembro de la Orden de la Jarretera e intentó por todos los medios reclamar el protagonismo perdido durante los funerales de la reina Isabel II y, más recientemente, en el homenaje al rey Constantino en Windsor, por lo que fue criticado.
el 'sitio' de royal lodge
Carlos III ha tenido que poner más de una vez en su sitio a su hermano y esta semana ha vuelto a aprovechar su buena relación con Sarah Ferguson para que ahueque el ala. La propia Sarah ha reconocido en The Sunday Times que no piensa dejar nunca a Andrés y ha presumido de su buen rollo con el monarca. Aunque llevan divorciados desde 1996, Andrés y Sarah viven bajo el mismo techo en el Royal Lodge de Windsor, la mansión georgiana de 30 habitaciones que se ha convertido en objeto de litigio con Carlos III. Andrés tiene un contrato de alquiler con el Patrimonio de la Corona hasta 2078, pero también el compromiso de correr con la costosa reparación del edificio histórico, comido por las humedades y las grietas.
El pulso entre el rey y su hermano ha sido bautizado por los tabloides como el sitio del Royal Lodge, y el desenlace puede precipitarse en los próximos meses. Andrés sigue atrincherado. Carlos le ha ofrecido trasladarse al más discreto chalé de Frogmore, donde vivieron Harry y Meghan.
¿RUMBO AL GOLFO?
Andrés puede estar planeando su propio exilio al Golfo pérsico, según han reconocido fuentes cercanas al Gobierno de Emiratos Arabes Unidos a The Sunday Times. El príncipe podría al final tomar el mismo camino que el Rey Juan Carlos y acabar afincando en Abu Dabi o Dubai aprovechando sus buenas conexiones desde que ejerció como "embajador comercial" del Reino Unido. "Está intentando desesperadamente hacer algo de dinero y está planteándose trasladarse permanentemente", reconocen las citadas fuentes.
En el Parlamento británico, entre tanto, han resonado esta semana las voces a favor de una investigación sobre "las opacas finanzas" del príncipe, incluida su labor como "embajador comercial". Andrew Lownie, autor de Las vidas controvertidas del duque y la duquesa de York, asegura haber realizado hasta un centenar de requerimientos a través de la Ley de Libertad de Información para intentar reconstruir sus múltiple viajes como representante del Gobierno, conocer su propósito y averiguar con quién fue acompañado. Pero el misterio de cómo Andrés consigue su dinero (más allá de la venta de su chalé en los Alpes suizos por 20 millones de euros) sigue siendo un enigma.